Hoy en día se escucha muchísimo hablar del TDAH ( Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) como un problema general de salud pública en niños y adolescentes. Se empieza a considerar como algo natural y el diagnóstico diferencial de cualquier tipo de conducta ”diferente”, se hace directa y principalmente descartando o afirmando este trastorno.
Bajo mi punto de vista, no considero que esta sea la realidad tal cual, ya que cuando se ve un niño/adolescente un poco desviado de la norma, en cuanto a comportamientos se refiere, le cuelgan la “etiqueta”: “TDAH” y empiezan los “problemas”. Cuando se podría pensar que un niño/adolescente como tal, hoy y siempre es y será niño/adolescente, y por lo tanto tiene unos derechos que deben ser respetados: el derecho a moverse más de la cuenta, a jugar, a ser travieso, en algunos momentos “respondón”, salirse de las normas y un largo etc.
Con este artículo mi intención no es otra que dar a conocer a nivel real el trastorno en sí definido como TDAH y lo que implica como tal, así como las consecuencias que conlleva. No me gustaría con esto que nadie se sintiera ofendido por expresar mi opinión respecto al tema, ya que son muchas las maneras de pensar y cada cual tiene la suya, totalmente respetable y aceptada aunque no siempre compartida.
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por una serie de dificultades en el ámbito cognitivo y comportamental que inciden negativamente en el normal desarrollo de la persona, en su vida escolar, laboral o sociofamiliar. En el ámbito cognitivo destacan las dificultades de atención, de memoria de trabajo y de velocidad de procesamiento y en el comportamental, las dificultades de control de la impulsividad, de inhibición y de sobreactividad motora. Dichas dificultades presentan síntomas ya desde la primera infancia y son de naturaleza relativamente crónica, aunque con el tiempo tienden a mejorar las comportamentales y a mantenerse las cognitivas.
Estos signos pueden aparecer por separado o combinados, así como presentarse en intensidades distintas. Por ello, se subdivide en tres subtipos:
Tipo inatento: Predomina el problema atencional. Son niños con una exagerada facilidad para “despistarse” y, por tanto, con serias dificultades para centrarse en las tareas académicas.
Tipo impulsivo-hiperactivo: Son niños en los que predomina las conductas impulsivas y la hiperactividad. Las primeras hacen que el niño emita respuestas o conductas precipitadas. La segunda se refleja por la inquietud motora en momentos en los que los niños que no padecen el trastorno, normalmente, permanecen quietos.
Tipo combinado: Cuando aparecen, más o menos por igual, la inatención, la impulsividad y la hiperactividad.
Se trata de un diagnóstico evolutivo. Se suele iniciar en la infancia y se empieza a diagnosticar en torno a los 7 años de edad, aunque en algunos casos éste se puede realizar de una manera más precoz. Normalmente se diagnostican más niños/chicos que niñas/chicas. Intervienen tanto factores genéticos como ambientales.
Aunque el diagnóstico suele afectar a niños, la definición del síndrome no excluye a los adultos, a los que se les puede detectar igualmente. Los síntomas se manifiestan en mayor o menor grado, la hiperactividad se manifiesta menos en adultos, sobre todo si gracias a una buena socialización han aprendido a desarrollar una conducta normal, sin embargo, el déficit de atención y la impulsividad se presentan en la edad adulta bajo nuevas formas, sobre todo como un deterioro en las funciones ejecutivas. Este es un problema tanto o más grave que los síntomas en la infancia, pero más sutil como criterio diagnóstico. Se entiende que los que han sido diagnosticados, ya adultos, sufrieron del trastorno durante su infancia.
Una persona "impulsiva" tiene más probabilidades de implicarse en "conductas de riesgo". El "párate y piensa", sin un entrenamiento adecuado, es francamente difícil para un adolescente/adulto con TDAH. El problema de la atención, si la persona no ha seguido en su momento tratamiento, con mucha probabilidad habrá fracasado en los estudios aún siendo notablemente inteligente. Este fracaso, que siempre lleva asociado críticas, "sermones" y reflexiones, contribuirá a disminuir todavía más su autoestima (no hemos de olvidar que la adolescencia es el período de la vida en el que la autoestima está más baja y que es un síntoma destacado en el TDAH en los adolescentes y adultos).
Habitualmente, los síntomas empeoran en las situaciones que exigen una atención o un esfuerzo mental sostenidos o que carecen de atractivo o novedad intrínsecos, como por ejemplo, escuchar al maestro en clase, hacer los deberes, escuchar o leer textos largos, trabajar en tareas monótonas o repetitivas, etc.
El patrón conductual que se suele observar es: dificultades para mantener la atención en tareas, no ponen suficiente atención a los detalles, parecen no escuchar directamente cuando se les habla, no finalizan las tareas escolares, tienen dificultades para organizar las tareas escolares y las actividades, son poco curiosos en las actividades diarias, olvidan o pierden objetos importantes, se mueven en exceso, hablan en exceso, responden impulsivamente, interrumpen, se precipitan al dar las respuestas.
El tratamiento que se les aplica, debe ser multimodal, en el que estén implicados uno o varios profesionales clínicos, maestros-profesores, padres y el propio sujeto que sufre TDAH. Se requieren de distintas intervenciones: la psicológica, la educativa o escolar y la farmacológica. Se considera imprescindible para su abordaje la necesidad de una cooperación estrecha entre padres, pacientes, y escuela, siendo el profesional clínico una especie de coordinador. El plan terapéutico deberá ser individualizado de acuerdo a los síntomas y a objetivos concretos.
La intención del tratamiento es mejorar los síntomas característicos del trastorno y que el niño tenga más recursos en el control de los mismos, y así pueda adaptarse mejor a su entorno familiar, escolar y social.
- INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA APLICADA AL NIÑO: el tratamiento al niño se basa en el uso de procedimientos conductuales, de autocontrol de la rabia y autoinstruccionales, con el objetivo de fomentar el autocontrol y el pensamiento reflexivo. Es importante el entrenamiento en habilidades sociales y en técnicas para mejorar la autoestima. Se trabajan también hábitos de estudio, planificación y seguimiento de un método de estudio adecuado para dar soporte al área académica. Algunos quizás necesiten un abordaje psicopedagógico preferentemente individual.
- ENTRENAMIENTO A PADRES: está dirigida a que los padres aprendan a manejar las conductas de su hijo utilizando técnicas de manejo de contingencias. Se forma a los padres en técnicas de modificación de conductas eficaces en el control del comportamiento del niño y en ayudar al niño a generalizar las técnicas aprendidas en consulta, para que reconozcan los comportamientos propios del trastorno y puedan diferenciar entre las conductas perturbadoras y potenciar las conductas adecuadas.
- INTERVENCIÓN ESCOLAR: es necesaria, ya que los niños con TDAH ante una tarea escolar se muestran desorganizados, impulsivos e ineficaces, las dificultades de atención, motivación, de mantener el esfuerzo mental ante tareas más repetitivas y monótonas, interfieren en su ejecución. Por lo tanto su rendimiento escolar se ve afectado a pesar de que su inteligencia sea normal, alta o superior. Por otro lado, también el comportamiento del niño en el aula, interfiere en su rendimiento y en el grupo clase. Por ello es muy importante que los maestros y profesores tengan estrategias para manejar el comportamiento de estos niños.
Estos alumnos necesitan todo más estructurado y organizado en clase, mayor supervisión, más fragmentación de las tareas, más consecuencias positivas para mantener su conducta así como consecuencias negativas para reducir otras.
Se entrena a los maestros y profesores en manejo de contingencias, a dar mayor atención a las conductas adecuadas del niño. Se hace necesario reforzar y potenciar las habilidades sociales así como fomentar la técnica de resolución de problemas en charlas individuales con el niño/adolescente ante situaciones problemáticas, fomentando el pensamiento reflexivo.
- INTERVENCIÓN FARMACOLÓGICA: en algunos casos el tratamiento se complementa con fármacos. Lo decide y conduce un profesional de la medicina, preferiblemente experto en el TDAH.
Es poco frecuente la presentación aislada del trastorno. Se le asocia con otros, a esto se le llama “comorbilidad”, los más frecuentes son el trastorno oposicional desafiante, el trastorno de la conducta, trastornos de aprendizaje (verbal y no verbal), ansiedad y depresión infantil y trastorno disocial.
Muchas las familias con niños con TDAH, pueden presentar mayores niveles de estrés, una vida social muy reducida (al círculo familiar más próximo), una alta frecuencia de separaciones, una importante sensación de soledad y abandono y en ocasiones síntomas depresivos (sobre todo en las madres). Por ello se deben tener muy en cuenta las consecuencias que conlleva el trastorno para el desarrollo del niño y su interacción tanto con la familia, los educadores y los iguales.
Importante tener en cuenta que los síntomas centrales tienen que darse en mayor medida y tiempo de lo normal esperado, sino es así no te preocupes, a tu niño no le pasa nada, simplemente es más movido de la cuenta o más despistado, etc..