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viernes, 19 de abril de 2013

EL LEÓN

“Había una vez un conejito el cual nunca había visto un león.

Le puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo.

Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.

En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.”

Aunque en un principio las cosas, situaciones puedan producirnos miedo, es bueno intentar ir, de manera gradual con distancia y siendo prudentes, conociéndolas para así poder lidiar con ellas, ya que sino siempre nos quedaremos con la duda y nos iremos limitando más a aquellas cosas que aunque parezcan cómodas y seguras, ya conocemos y nos impiden avanzar en el camino...

miércoles, 17 de abril de 2013

EL VERDADERO VALOR DE LAS COSAS…

“Un joven fue a visitar a un sabio en busca de ayuda. 

- Maestro, vengo, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar, maestro? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? - . 
El maestro, sin mirarlo, le dijo: 

- Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mis propios problemas. Quizás después… Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar- 

- E.. encantado, maestro- titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.. 

- Bien- asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho agregó: -Toma, el caballo está afuera. Cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo para pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas-. 

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Éstos, lo miraban con algún interés hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vueltas y miraban, y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. 

En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, así que rechazó la oferta. 

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. 

Cuánto hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y su ayuda. 

-Maestro- dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que em pediste. Quizás pudiera conseguir 2 o 3 monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo-. 

-¡Qué importante lo que dijiste, joven amigo!- contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y ve al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo-. 

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y dijo: 

-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo-. 

-¿¿¿58 monedas???- exclamó el joven. 

-Sí-replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente….- 

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. 

-Siéntate- dijo el maestro después d escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya única y valiosa. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?-. 

Diciendo esto, volvió a ponerse su anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda…” 


Todos somos joyas únicas y valiosas con un valor incalculable. Pero para poder ofrecerlo y darlo a conocer, primero tiene que ser un@ mism@ el que se dé cuenta de ello y sepa conocerse y valorarse como debe, para después poder ofrecerlo sólo a aquellos que realmente sean capaces de valorarlo y apreciarlo como debe.

lunes, 15 de abril de 2013

EL LABRADOR


“Había un hombre que odiaba a un zorro, ya que se le metía en su campo y le ocasionaba algunos daños ocasionalmente. 

Después de mucho intentarlo, pudo al fin cogerlo, y buscando vengarse de él, le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le prendió fuego. 

Pero mira por dónde, que el lugar que eligió el zorro para huir despavorido fueron los campos que cultivaba aquel hombre. 

Estaba en época de recolección con todos los productos listos para ello, con lo que el labrador tuvo que aguantar llorando, cómo al pasar él por sus campos, se quemaba toda su producción…” 


Es bueno intentar ser siempre comprensivo e indulgente con el prójimo, ya que puede suceder que todo aquel mal que generamos, tarde o temprano se regrese en nuestra contra… 

“Quién siembra recoge

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