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miércoles, 19 de febrero de 2014

MEMORIA Y EDAD

El cerebro es el director de orquesta de la memoria. Sin que nos demos cuenta, millones de neuronas se dedican continuamente, en especial mientras dormimos, a almacenar, seleccionar, comparar, combinar, etiquetar, ordenar y rescatar lo que hemos aprendido, sentido, querido u odiado, es decir, los recuerdos que componen nuestra existencia.
La edad, es un factor importante a tener en cuenta en los fallos de memoria, esto es evidente, aunque, no siempre nos guste reconocerlo, sin embargo, existen otra serie de variables: personales (estrés, ansiedad y depresión), ambientales (la jubilación, el uso de herramientas como la calculadora, la memoria en los teléfonos, agendas y relojes con alarma…) y físicas (buena salud) que tienen un peso específico tan importante o incluso mayor que ésta. Factores muy presentes en personas mayores que dificultan un funcionamiento amnésico satisfactorio.

Otra variable que influye de manera bastante significativa, es nuestro nivel de exigencia, es decir, cómo vivimos un olvido o la causa a la que atribuimos un fallo de memoria, provocando una percepción del funcionamiento de nuestra memoria, determinada y trayendo consigo consecuencias posteriores.

Si nos centramos en definir la memoria, diríamos que es la capacidad de un sistema de procesamiento, natural o artificial, para codificar la información extraída de su experiencia con el medio, almacenarla en un formato apropiado y recuperarla luego para utilizarla en las acciones o las operaciones que efectúa de forma habitual, se considera una de las funciones cognitivas del cerebro.

Así como el lenguaje, la atención, el razonamiento y la lógica, sirve para organizar nuestras relaciones con el mundo exterior, permitiendo la adquisición de informaciones, para almacenarlas, y posteriormente, poder reutilizarlas.  

Centrándonos de nuevo en la edad, es un hecho probado, que nuestra capacidad de memoria disminuye con ésta. Se produce un envejecimiento de las estructuras, una pérdida neuronal y una disminución de la velocidad de trasmisión del impulso nervioso, entre otros. 

Cada vez preocupa más ésta disminución y con ello su pérdida, especialmente la alteración de la memoria para los hechos cotidianos, las cosas del día a día.

Cuando decimos que con la edad disminuye la memoria no siempre ocurre de la misma manera en todas las personas ni en todas las áreas. El declive cognitivo comienza a observarse, en la mayoría de la población, entre los 50 y los 60 años, y en personas sin patología cognitiva. Teniendo en cuenta que algunas personas conservan una memoria y unas facultades intelectuales prodigiosas durante toda su vida. 

Lo que resulta evidente que existe una mayoría que tienen, por muy diversas causas, peor memoria en la vejez que en la juventud y hay un grupo al que esos problemas de memoria les producen numerosos olvidos cotidianos como olvidar el nombre de las personas, dónde se ha puesto un objeto, olvidarse de apagar la luz, el gas,…. Decimos que estas personas tienen "Pérdida o alteración de la Memoria Asociada a la Edad” 

Las causas por las que se producen estos problemas de memoria en los mayores pueden ser múltiples, como bien mencionaba al inicio del artículo, algunas de ellas son:

- Cambios orgánicos: transformaciones en el cerebro que dificultan los procesos de memoria, problemas de vista y oído que impiden registrar bien la información, etc

- Cambios psicológicos o de comportamiento: menor utilización de las facultades que cuando se es joven, pensamientos negativos de la propia capacidad como "ya soy viejo y no puedo hacerlo mejor", estrés o preocupaciones, la falta de empleo de estrategias de memoria o su uso inadecuado, el poco esfuerzo ante un problema de memoria,…

- Cambios sociales: disminución de las relaciones con los demás, aislamiento, falta de interés.

La buena noticia, es que algunos de estos factores se pueden cambiar y, por lo tanto, mejorar la memoria.

Existen diferentes tipos de memoria, siendo muchas las clasificaciones posibles, desde valorar el tiempo que duran los recuerdos con el “multialmacén” , memoria inmediata o sensorial, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo. Hasta centrarse en la naturaleza de los procesos, más que en las estructuras, convirtiéndola en funcional. 

Surgen términos nuevos como memoria de trabajo: permite retener una información el tiempo necesario para modificarla; memoria declarativa :de los hechos y acontecimientos que podemos describir; memoria procedimental: almacena los condicionantes, los comportamientos y habilidades adquiridas como atarse los zapatos; memoria emocional: vinculada a nuestras emociones; memoria sensorial: transmite las percepciones de los cinco sentidos a las áreas correspondientes del cerebro , en milésimas de segundo; memoria implícita y explicita: se adquiere rutinariamente sin que el sujeto sea consciente de ello; memoria episódica: relativa al recuerdo de un hecho particular y personal.

En este artículo nos centraremos en la memoria cotidiana, aquella memoria o recuerdo de los hechos que tienen lugar en el medio diario del sujeto: el recuerdo de nombres de las personas, el recuerdo de dónde se ponen las cosas (las gafas, documentos, las llaves,...), el recordar hacer un recado, etc. Ésta comprende los llamados olvidos de la vida cotidiana ( recordar las cosas que hemos hecho o aprendido, perder objetos de uso cotidiano, acciones automáticas: apagar la luz, cerrar la puerta, guardar objetos y olvidar donde están, tomar o no la medicación, nombre de personas muy conocidas, números de teléfono , recordar cosas que hay que hacer, tener una palabra en la punta de la lengua, recuerdo del tema de conversación inmediato, ...

Las causas de este tipo de olvidos, suelen venir determinadas, en primer lugar, porque son acciones "sobre-aprendidas" es decir, muy repetidas y por lo tanto muy automatizadas, por las que no pensamos cuando las estamos realizando.
 
Para poder prevenir todas estas consecuencias negativas, es importante, de forma primaria, fomentar estilos de vida saludables como hacer ejercicio físico, leer, realizar ejercicios para entrenar la memoria,... Así como modificar estilos de vida perjudiciales como el sedentarismo, el tabaquismo, el aislamiento social, el estrés,....

Una vez se empiezan a detectar posibles síntomas, es necesario realizar un diagnóstico precoz para con ello poder retrasar la evolución de la enfermedad. 

Por último, iríamos a parar a la prevención terciaria, dónde es clave aplicar un programa de entrenamiento de la memoria, dirigido a personas mayores sin trastornos cognitivos, interesadas en conocer el funcionamiento de su memoria y dispuestas a aprender un conjunto de técnicas para mejorarla.

Éste tipo de programas, son llevados a la práctica por profesionales especializados en el ámbito de la memoria y sus resultados suelen ser muy positivos, consiguiendo una mejora en el rendimiento de la memoria, preservando la autonomía, aumentando su calidad de vida y favoreciendo la autoestima y la comunicación, aspectos muy importantes para todas las personas.

No dejes que pase el tiempo sin que te des cuenta, anticípate y sé prevenid@, lo agradecerás!!.

 

¡¡TE AYUDAMOS A AYUDARTE!!


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