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viernes, 26 de abril de 2013

LA PRINCESA OBSTINADA

Había una vez un Rey que creía que lo que le habían enseñado y lo que él pensaba era lo correcto. Era un hombre justo en muchos aspectos, pero era un hombre limitado para ver más allá de sus ideas.

Un día reunió a sus tres hijas y les dijo:
- “Todo cuanto poseo es vuestro, o lo será. A través de mi obtuvisteis la vida y es mi voluntad la que determina vuestro futuro y por tanto vuestro destino”.

Obedientemente y muy convencidas de esa verdad, sus dos hijas mayores acataron el decreto de su padre.

La tercera hija, no obstante dijo:
- “A pesar de que mi posición me obliga a ser obediente a las leyes, no puedo creer que el destino de mi vida dependa siempre de tu voluntad” 

El Rey no pudiendo dar crédito a lo que estaba escuchando, de labios de su propia hija le dijo, muy enojado:
- “Eso lo veremos jovencita”

El Rey ordenó que se la encerrara en una pequeña celda, donde languideció durante años. Mientras tanto, el Rey y sus dos hijas obedientes dilapidaron libremente las riquezas que de otro modo hubieran sido gastadas por ella.

Los habitantes del país, enterados de la situación de su princesa se decían unos a otros:
- “Debe de haber hecho o dicho algo realmente grave, para que un monarca tan sabio y justo, al que no encontramos falta, trate así a su propia sangre”

Claro que ellos no sabían la necesidad que tenía el Rey de sentirse un hombre justo ante todos las cosas.

Aquella noche al Rey no le resultó fácil abandonarse a su reposo. Estaba intranquilo por la decisión tomada y reflexionaba sobre los hechos demostrándose una y otra vez que él tenía razón:

- “Esta joven está en prisión no por su propia voluntad sino por la mía. Esto prueba, de modo suficiente, para cualquier mente lógica que es mi voluntad y no la de ella la que determina su destino”

Hasta que finalmente abatido por el cansancio se quedo dormido

Por la mañana el Rey despertó con la idea de ir a visitar a su hija a la celda donde estaba encerrada. Quería persuadirla para que cambiase de idea, pero la joven aunque pálida y debilitada por su encierro rehusó a cambiar de actitud.

Finalmente la paciencia del Rey llego a su límite:
- Hija mía tu continuo desafío solo logrará enojarme aun más y además aparentemente debilitará mis derechos y mi autoridad. Ya el pueblo comienza a murmurar. Podría matarte y acabar de una vez con todo esto pero da gracias a que soy un hombre misericordioso….por lo tanto, he decidido que para que no me crees más problemas te destierro a un desierto que linda con mi territorio. Es un desierto poblado por bestias salvajes, excéntricos y proscritos incapaces de sobrevivir en nuestra sociedad racional. 
- Allí pronto descubrirás si puedes llevar otra vida que no sea la de tu familia, y si lo logras, tú verás si la prefieres a la nuestra.

La orden del rey fue rápidamente acatada y la princesa fue conducida a la frontera del país donde fue puesta en libertad.

La princesa se encontró en un territorio salvaje que guardaba poca semejanza con el ambiente protector en el que ella se había criado. Pero pronto se dio cuenta que una cueva podía servir de casa, que los frutas provenían tanto de los árboles, como de los platos de oro y que el calor provenía del sol. Este desierto tenía un clima y una forma de existir propia.

Después de un tiempo ella se había organizado tan bien su vida que tenía agua de los manantiales, vegetales de la tierra y fuego de un árbol ardiendo sin llama.

- “He aquí un lugar cuyos elementos se integran formando una unidad pero ni individual ni colectivamente obedecen a las órdenes de mi padre.” – pensaba la joven.

Un día un viajante perdido – casualmente un hombre de gran riqueza y muy guapo – se encontró con la princesa exiliada y se enamoró de ella y la llevo a su país donde se casaron.

Después de un tiempo, ambos decidieron volver al desierto donde se habían conocido y construyeron una enorme y próspera ciudad. Allí su sabiduría, sus recursos se expresaron plenamente y los excéntricos, muchos de ellos considerados locos, armonizaron completa y provechosamente con esta vida de múltiples facetas. 

La ciudad y la campiña que la rodeaban se hicieron famosas por todo el mundo. Y por decisión unánime del pueblo la princesa y su esposo fueron elegidos los monarcas de este nuevo e ideal Reino, que pronto eclipsó en poder y belleza al del padre de la princesa.

El Rey escuchó hablar de aquel extraño lugar surgido del desierto, donde él había exiliado a gente de su reino que despreciaba, y a su hija.

Muchas sensaciones de curiosidad, temor, celos y envidia se debatían en su interior. 

El Rey decidió visitar aquel lugar extraño y misterioso del que tanto le habían hablado. Todo se dispuso para realizar el largo viaje que duró 7 días y sus 7 noches.

Cuando llegó aquel país, fue recibido en el salón del trono, donde la joven pareja estaba sentada. El Rey se inclinó ante sus majestades y al levantar la cabeza, pudo reconocer la mirada de su hija, que le susurro al oído estas palabras llenas de amor y entendimiento:

- “Ya ves Padre como cada hombre y cada mujer tiene su propio destino y su propia elección”.

Cada cual es el protagonista, guionista y dueño de su propio destino.... Tú, ¿qué hubieras hecho?

miércoles, 24 de abril de 2013

EL GATO Y EL CANGREJO DE MAR

 “Queriendo mantener su vida solitaria, pero un poco diferente a la ya acostumbrada, salió un día un cangrejo del mar de su hábitat y se fue a vivir a la playa.

En esto que por allí pasaba un gato hambriento que lo vio, al no encontrar nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó. 

Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado exclamó:

-- ¡ Lo sé, lo sé, merezco todo esto, porque siendo yo animal del mar, he querido comportarme como si fuera de la tierra !- y aquí se acabó su vida….”
 
 
Ante lo desconocido, debemos ser prudentes y tomar todas las precauciones que sean necesarias, ya que sin esto, podemos ser derrotados y vencidos por aquello que no conocemos….

lunes, 22 de abril de 2013

EL CAMBIO DE TRABAJO

"No había en el pueblo un oficio peor pagado que el de portero del prostíbulo. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer aquel hombre? 

De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque sus padres habían sido porteros de ese prostíbulo antes, el padre de su padre también… Durante décadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería, también. 

Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. Éste decidió modernizar el negocio. 

Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas instrucciones. 

Al portero le dijo: “A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una plantilla semanal. Allí anotará la cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y que corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará la plantilla con los comentarios que usted crea convenientes”. 
El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero… “Me encantaría satisfacerlo señor, pero yo.. yo no sé leer ni escribir”. 

- “Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona que haga esto y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto…”-. 

- “Pero señor!, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo…-. 

No lo dejó terminar. 

- Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. ¡Qué tenga suerte!-. 

Y sin más, se dio la vuelta y se fue. 

El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a casa, por primera vez desocupado. ¿Qué hacer? 

Recordó que a veces en el prostíbulo, cuando se rompía una cama o una pata de un armario, él, con un martillo y unos clavos se las ingeniaba para hacer el arreglo de manera sencilla. Pensó que ésta podría ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo. 

Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Tenía que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero recibido. 

En la esquina de su casa se enteró que en su pueblo no había ferretería y que debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. 

¿Qué más da? Pensó y emprendió la marcha. 

A su regreso, tría una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta d esu casa. Era su vecino. 

- Vengo a preguntarle si no tendría un martillo para prestarme-. 

- Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar, como me quedé sin empleo…-. 

- Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano-. 

- Está bien-. 

A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó a su puerta: - Mire, yo todavía necesito el martillo, ¿por qué no me lo vende?-. 

- No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula-. 

- Hagamos un trato- dijo el vecino- Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar, ¿qué le parece?-. 

Realmente esto le daba un trabajo para cuatro días… Aceptó, volvió a montar en su mula. 
Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa. 

- Hola vecino!, ¿usted le vendió un martillo a nuestro amigo?-. 

- Sí…-. 

- Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de viaje y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras…- 

El ex portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue. 

“…No todos disponemos de cuatro días para compras..”, recordaba. Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara para traer herramientas. 

En el siguiente viaje decidió arriesgar un poco del dinero que tenía trayendo más herramientas de las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes. 

La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. 

Una vez por semana, ahora corredor de herramientas, viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viaje y ganar más dinero. Alquiló un local. Le hizo la entrada más cómoda y algunas semanas después con una vidriera, se transformó en la primera ferretería del pueblo. 

Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos, era muy buen cliente. 

Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos, preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha. 

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar las cabezas de los martillos para él. Y por qué no? Las tenazas, las pinzas, los cinceles, los calvos, los tornillos… 

En diez años aquel hombre se transformó en un honesto trabajador millonario fabricante de herramientas. El mayor empresario de los alrededores. 

Tan poderoso era que decidió donar dinero para una escuela, para poder enseñar además de lo habitual, las artes y los oficios más prácticos de la época. 

El alcalde organizó una fiesta para inaugurar la escuela. En los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y le dijo: - con un gran orgullo y gratitud le pedimos nos conceda el honor de firmar la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela-. 

- El honor sería para mí- dijo el hombre- nada me gustaría más, pero no sé leer ni escribir, soy analfabeto-. 

- ¿Usted?, si construyó un imperio de la nada, en serio ¿no sabe leer ni escribir . Me pregunto que hubiera hecho si hubiera sabido…-. 

- Yo le puedo contestar, sería portero del prostíbulo!!-.” 



En muchas ocasiones, cuando experimentamos cambios drásticos en nuestras vidas, nos deprimimos, el mundo se nos viene abajo y pensamos.. ¿Ahora qué? En vez de plantearnos que esta situación podría ser para mejor, ya que los cambios no tienen por que ser negativos siempre. Y muchas veces, por no decir todas, son necesarios para poder avanzar y desarrollarnos como personas.

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