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viernes, 5 de abril de 2013

LA TRISTEZA Y LA FURIA

“En un reino encantado donde los hombres nunca podían llegar o, por el contrario, donde transitan sin darse cuenta eternamente… 

En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas. 

Había una vez un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban los peces de todos los colores existentes y todas las tonalidades de verde se reflejaban permanentemente… 

Hasta ese estanque se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía la tristeza y la furia. 

Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas entraron en el estanque. 

La furia, apurada como siempre, urgida sin saber por qué, se bañó rápidamente y aún más rápido salió del agua…. Pero como es ciega o por lo menos, no distingue claramente la realidad, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró, y sucedió que era la ropa de la tristeza, no la suya. 

Y así vestida de tristeza, la furia se fue. 

Muy en calma y serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. 

En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba. Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.” 


Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo suficiente para mirar bien, encontramos que esta furia es sólo un disfraz y que detrás del disfraz de la furia, en realidad está escondida la tristeza.. 

miércoles, 3 de abril de 2013

EL ÁGUILA Y EL ESCARABAJO

“Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole que le salvara. 

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia. 

Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus futuros pequeñuelos. 

Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus. Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los escarabajos.” 





Es importante valorar a todos tal y como es, no despreciando lo que creemos que es o parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzar a otro…

lunes, 1 de abril de 2013

AUTODEPENDENCIA

Había un par de primos, uno pequeño, con tres añitos y otro un poco más mayor, que estaban a diario, en casa de su abuelita. 

Un día, el primo de menor edad, en el comedor de la abuela, iba corriendo y se llevó por delante la mesa, cayó sentado de culo en el suelo y se puso a llorar.

Se había dado un golpe fuerte y poco después un bultito del tamaño de una nuez le apareció en la frente.

La tía, que estaba en la habitación, corrió a abrazarlo y mientras pedía hielo al mayor, le decía al pequeño: pobrecito, mala la mesa que te pegó, chas, chas a la mesa…, mientras le daba palmadas al mueble invitando al niño a que la imitara…

El mayor pensaba: ¿cuál es la enseñanza? La responsabilidad no es suya que es el torpe, que tiene tres años y no mira por donde camina; la culpa es de la mesa. La mesa es mala!

El mayor intentaba entender más o menos sorprendido, el mensaje oculto de la mala intencionalidad de los objetos. Y su tía insistía para que el niño le pegara a la mesa.

El niño más mayor pensaba: Me parece gracioso como símbolo pero como aprendizaje, siniestro: uno nunca es responsable de lo que hace, la culpa siempre la tiene el otro, la culpa es del de afuera, no de uno mismo, es el otro el que tiene que dejar de estar en nuestro camino para que no nos golpeemos. 

Éste, tuvo que apartarse de los mensajes de las tías del mundo. Ya que: es responsabilidad de uno mismo el apartarse de lo que nos daña; defendernos de los que nos hacen daño; hacernos cargo de lo que nos pasa y saber mi parte de participación en los hechos; tenemos que darnos cuenta de la influencia que tiene cada cosa que hacemos. Para que las cosas que nos pasan nos pasen, uno tiene que hacer lo que hace. Y no es que podamos manejar todo lo que nos pasa, sino que cada uno es responsable de lo que le pasa porque en algo, aunque sea pequeño, colaboramos para que suceda.

No podemos controlar la actitud de todos los que tenemos a nuestro alrededor, pero podemos controlar la nuestra. Podemos actuar libremente con todo lo que hacemos. Tendremos que decidir qué hacer, con nuestras limitaciones, miserias, ignorancias, con todo lo que sé y aprendí, con toldo eso, tendremos que decidir cuál es la mejor manera de actuar. Tendremos que conocernos más para saber cuáles son los recursos con los que dispongo. Querernos tanto como para privilegiarnos y saber que ésta es la decisión tomada.

Entonces podremos tener algo que viene con la autonomía y que es la otra cara de la libertad: el coraje. El coraje de actuar como la conciencia dicta y de pagar ese precio. De ser libre aunque a los demás no les guste. Y quién no nos quiera así, que se vaya de nuestro lado, así es como debemos ser.

Todo esto significa un paso muy adelante en nuestra historia y en el desarrollo, una manera diferente de vivir el mundo y probablemente signifique empezar a conocer un poco más a quienes están a mi lado.

Si sois autodependientes, es probable que algunas personas de las que están a nuestro lado se vayan, quizás alguno no quiera quedarse. Habrá que pagar ese precio, el de soportar las partidas de algunos de mi alrededor y prepararse para celebrar la llegada de otros que puedan llegar…



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