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miércoles, 27 de marzo de 2013

EL POZO

"Cayó una zorra en un profundo pozo, viéndose obligada a quedar adentro por no poder alcanzar la orilla. 

Llegó más tarde al mismo pozo un chivo sediento, y viendo a la zorra le preguntó si el agua era buena. Ella, ocultando su verdadero problema, se deshizo en elogios para el agua, afirmando que era excelente, e invitó al chivo a descender y probarla donde ella estaba. 

Sin más pensarlo saltó el chivo al pozo, y después de saciar su sed, le preguntó a la zorra cómo harían para salir allí.

Dijo entonces la zorra: 

-- Hay un modo, que sin duda es nuestra mutua salvación. Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de tí. 

Le creyó el chivo y así lo hizo con buen gusto, y la zorra trepando hábilmente por la espalda y los cuernos de su compañero, alcanzó a salir del pozo, alejándose de la orilla al instante, sin cumplir con lo prometido. 

Cuando el chivo le reclamó la violación de su convenio, se volvió la zorra y le dijo: 

-- ¡ Oye socio, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en cómo salir después ! "



Antes de comprometerte en algo, piensa primero, a veces nos metemos en situaciones de los que o nos es muy complicado salir o directamente nos es imposible sin ayuda de los demás, que no siempre está disponible. Por ello no siempre se puede tener en cuenta aquellos que te dicen los vecinos, podría resultar engañoso y comprometerte de manera negativa.

martes, 26 de marzo de 2013

SOBRE EL AMOR


“Había dos jóvenes que se hicieron novios cuando ella tenía trece años y el dieciocho. Vivían en un pueblecito de leñadores situado al lado de una montaña. Él era alto, esbelto y musculoso, dado que había aprendido a ser leñador desde la infancia. Ella era rubia, de pelo muy largo, tanto que le llegaba hasta la cintura, tenía los ojos celestes, hermosos y maravillosos… 

La historia cuenta que habían sido novios con la complicidad de todo el pueblo. Hasta que un día, cuando ella tuvo dieciocho y el veintitrés, el pueblo entero se puso de acurdo para ayudar a que ambos se casaran. 
Les regalaron una cabaña, con una parcela de árboles para que él pudiera trabajar como leñador. Después de casarse se fueron a vivir allí para la alegría de todos, de ellos, de su familia y del pueblo entero, que tanto había ayudado en esa relación. 

Vivieron allí durante todos los días de un invierno, un verano, una primavera y un otoño, disfrutando mucho de estar juntos. Cuando el día del primer aniversario se acercaba, ella sintió que debía hacer algo para demostrarle a él su profundo amor. Pensó en hacerle un regalo que significara eso. Un hacha nueva, muy relacionado con su trabajo; un jersey, no la convencía, ya le había tejido en toras ocasiones; una comida, no era suficiente… 

Decidió bajar al pueblo para ver qué podía encontrar allí y empezó a caminar por las calles. Sin embargo, por mucho que caminara no encontraba nada que fuera tan importante y que ella pudiera comprar con las monedas que, semana antes, había ido guardando de las vueltas de las compras pensando que se acercaba la fecha del aniversario. 

Al pasar por una joyería, la única del pueblo, vio una hermosa cadena de oro expuesta en la vidriera. Entonces recordó que había un solo objeto material que él adoraba verdaderamente, que consideraba valioso. Se trataba de un reloj de oro que su abuelo le había regalado antes de morir. Desde pequeño, él lo guardaba en un estuche que dejaba siempre al lado de su cama. Todas las noches abría la mesita, sacaba del sobre aquel relol, lo limpiaba, le daba un poquito de cuerda y se quedaba escuchándolo hasta que la cuerda se terminaba, lo volvía a limpiar, lo acariciaba un rato y lo guardaba nuevamente en su estuche. 

Ella pensó: “Qué maravilloso regalo esta cadena de oro para aquel reloj”. Entró a preguntar cuánto valía y, ante la respuesta, una angustia la tomó por sorpresa. Era mucho más dinero del que ella había imaginado, mucho más de lo que ella había podido juntar. Hubiera tenido que esperar tres aniversarios más para poder comprárselo. Pero ella no podía esperar tanto. 

Salió del pueblo un poco triste, pensando qué hacer para conseguir el dinero necesario para esto. Entonces pensó en trabajar pero no sabía cómo, pensó y pensó hasta que, al pasar por la única peluquería del pueblo, se encontró con un cartel que decía: “Se compra pelo natural”. Como ella tenía ese pelo rubio, que no se había cortado desde que tenía diez años, no tardó en entrar a preguntar. 
El dinero que le ofrecían alcanzaba para comprar la cadena de oro y todavía sobraba para una caja donde guardar la cedna y el reloj. No dudó. Le dijo a la peluquera: - Si dentro de tres días regreso para venderle mi pelo, lo compraría?- 

-Seguro- fue la respuesta. 

-Entonces en tres días estaré aquí!-. 

Regresó a la joyería, dejó reservada la cadena y volvió a casa. No dijo nada. 

El día del aniversario, ellos dos se abrazaron un poquito más fuerte que de costumbre. Luego, él se fue a trabajar y ella bajó al pueblo. 

Se hizo cortar el pelo bien corto y, luego de coger el dinero, se dirigió a la joyería. Compró la cadena de oro y la caja de madera. Cuando llegó a su casa, cocinó y esperó que se hiciera la tarde, momento en que él solía regresar. 

A diferencia de otras veces, que iluminaba la casa cuando él llegaba, esta vez ella bajó las luces, puso sólo dos velas y se colocó un pañuelo en la cabeza. Porque él también amaba su pelo y ello no quería que se diera cuenta de que se lo había cortado. Y habría tiempo después para explicaciones. 

Él llegó, se abrazaron muy fuerte y se dijeron lo mucho que se querían. Entonces, ella sacó de debajo de la mesa la caja de madera que contenía la cadena de oro para el reloj. Y él fue hasta el ropero y extrajo de allí una caja muy grande que le había traído mientras ella no estaba. En esta caja se encontraban dos enormes peinetas que él le había comprado para ponerse en su bello pelo, vendiendo el reloj de su abuelo….” 
Si en algún momento pensáis que el amor es sacrificio, acordaros de esta historia, no la olvidéis. El amor no está en nosotros para sacrificarse por el otro, sino para disfrutar de su existencia …..

lunes, 25 de marzo de 2013

EL CONSEJO

“Una zorra a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada, que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para así disimular con la igualdad general, su defecto personal.

Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles que la cola no sólo era un feo agregado, sino además una carga sin razón.

Pero una de ellas tomó la palabra y dijo:
- Oye hermana, si no fuera por tu conveniencia de ahora, ¿ nos darías en realidad este consejo ?”



Muy en cuenta con aquellos que , aunque inicialmente parecen muy dispuestos a ayudar, dan consejos en busca de su propio beneficio, y no por hacer realmente un bien, porque cuando nos demos cuenta puede que sea demasiado tarde…


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