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jueves, 2 de mayo de 2013

LA MIRADA DEL AMOR

"El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el rey había hecho su última esposa. 

Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar que la madre de Sabrina estaba enferma. Pese a que existía la prohibición de usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre. 

A su regreso, el rey fue informado de la situación. 

-¿No es maravillosa?-dijo- Esto es verdadero amor filial. No le importó su vida para cuidar de su madre!! ¡Es maravillosa!- 

Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco a la última manzana que quedaba en la canasta. 

-¡Parecen ricas!-dijo el rey. 

-Lo son- dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su amado la última manzana. 

-¡Cuánto me ama!- comentó el rey-, renunció a su propio placer, para darme la última manzana de la canasta, ¿no es fantástica?-. 

Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión desaparecieron del corazón del rey. 

Sentado con su amigo más confidente, le decía: 

-Nunca se portó como una reina, acaso no desafió mi investidura usando mi carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida….” 



Como puede cambiar la forma de ver las cosas y de pensar de una persona que nos quiere y aprecia a la misma persona en otra situación. 

En esto por desgracia nos hemos visto tod@s en ciertos momentos y son situaciones que nos dañan y ofenden. Por ello, un@ tiene que intentar ser íntegro, sincero y fiel a sus principios sea cual sea la situación que tenga al frente, ya que las palabras de desprecio cuando la intención es buena, son muy dañinas….

lunes, 29 de abril de 2013

EL PROBLEMA

“Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. 

Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo, entre todos los discípulos se tendría que escoger quien tendría ese honor.

- “Voy a presentarles un problema – dijo el maestro - . Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo”-. 

Colocó en el centro de la sala un banco, puso sobre éste un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: - “Este es el problema”-. 

Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor… ¿qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? 

Todos estaban paralizados. Después de algunos minutos, un alumno se levantó y caminó hacia el vaso con determinación y lo tiró al suelo. 

- “Usted es el nuevo guardián – le dijo el gran maestro-.”

Cuando uno está delante de un problema, no importa cómo, pero los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades, etc para todo esto, sólo existe una forma de lidiar con los problemas: atacarlos de frente. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo.

Los problemas tienen un raro efecto sobre la mayoría de nosotros, nos hacen contemplarlos, analizarlos, darles vuelta, comentarlos…

Solemos comparar nuestros problemas con los de los demás y decimos: “¡Buff! Tu problema no es nada.... ¡espera a que te cuente el mío!”...

La mayoría de veces vemos nuestros problemas mucho más graves de los que realmente son y nos paralizamos sin saber hacia dónde tirar cuando lo mejor es coger y enfrentarlos de frente sea cual sea la estrategia, de esta manera es fácil que salgamos airosos de él.



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