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lunes, 1 de abril de 2013

AUTODEPENDENCIA

Había un par de primos, uno pequeño, con tres añitos y otro un poco más mayor, que estaban a diario, en casa de su abuelita. 

Un día, el primo de menor edad, en el comedor de la abuela, iba corriendo y se llevó por delante la mesa, cayó sentado de culo en el suelo y se puso a llorar.

Se había dado un golpe fuerte y poco después un bultito del tamaño de una nuez le apareció en la frente.

La tía, que estaba en la habitación, corrió a abrazarlo y mientras pedía hielo al mayor, le decía al pequeño: pobrecito, mala la mesa que te pegó, chas, chas a la mesa…, mientras le daba palmadas al mueble invitando al niño a que la imitara…

El mayor pensaba: ¿cuál es la enseñanza? La responsabilidad no es suya que es el torpe, que tiene tres años y no mira por donde camina; la culpa es de la mesa. La mesa es mala!

El mayor intentaba entender más o menos sorprendido, el mensaje oculto de la mala intencionalidad de los objetos. Y su tía insistía para que el niño le pegara a la mesa.

El niño más mayor pensaba: Me parece gracioso como símbolo pero como aprendizaje, siniestro: uno nunca es responsable de lo que hace, la culpa siempre la tiene el otro, la culpa es del de afuera, no de uno mismo, es el otro el que tiene que dejar de estar en nuestro camino para que no nos golpeemos. 

Éste, tuvo que apartarse de los mensajes de las tías del mundo. Ya que: es responsabilidad de uno mismo el apartarse de lo que nos daña; defendernos de los que nos hacen daño; hacernos cargo de lo que nos pasa y saber mi parte de participación en los hechos; tenemos que darnos cuenta de la influencia que tiene cada cosa que hacemos. Para que las cosas que nos pasan nos pasen, uno tiene que hacer lo que hace. Y no es que podamos manejar todo lo que nos pasa, sino que cada uno es responsable de lo que le pasa porque en algo, aunque sea pequeño, colaboramos para que suceda.

No podemos controlar la actitud de todos los que tenemos a nuestro alrededor, pero podemos controlar la nuestra. Podemos actuar libremente con todo lo que hacemos. Tendremos que decidir qué hacer, con nuestras limitaciones, miserias, ignorancias, con todo lo que sé y aprendí, con toldo eso, tendremos que decidir cuál es la mejor manera de actuar. Tendremos que conocernos más para saber cuáles son los recursos con los que dispongo. Querernos tanto como para privilegiarnos y saber que ésta es la decisión tomada.

Entonces podremos tener algo que viene con la autonomía y que es la otra cara de la libertad: el coraje. El coraje de actuar como la conciencia dicta y de pagar ese precio. De ser libre aunque a los demás no les guste. Y quién no nos quiera así, que se vaya de nuestro lado, así es como debemos ser.

Todo esto significa un paso muy adelante en nuestra historia y en el desarrollo, una manera diferente de vivir el mundo y probablemente signifique empezar a conocer un poco más a quienes están a mi lado.

Si sois autodependientes, es probable que algunas personas de las que están a nuestro lado se vayan, quizás alguno no quiera quedarse. Habrá que pagar ese precio, el de soportar las partidas de algunos de mi alrededor y prepararse para celebrar la llegada de otros que puedan llegar…



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