“Había una vez un conejito el cual nunca había visto un león.
Le puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo.
Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.
En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.”
Le puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo.
Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.
En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.”
Aunque en un principio las cosas, situaciones puedan producirnos miedo, es bueno intentar ir, de manera gradual con distancia y siendo prudentes, conociéndolas para así poder lidiar con ellas, ya que sino siempre nos quedaremos con la duda y nos iremos limitando más a aquellas cosas que aunque parezcan cómodas y seguras, ya conocemos y nos impiden avanzar en el camino...
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