"Cuentan que había un hombre poderoso que tenía un sirviente leal y servicial. El sirviente siempre hacía todas sus tareas, iba al mercado a comprar, le preparaba la comida al hombre poderoso. El hombre poderoso, por su parte, era un hombre justo, no era un explotador, y trataba a sus empleados con humanidad.
Un día, en el mercado, el sirviente se encontró a la Muerte que le miraba de frente. Se asustó y huyó despavorido, corriendo entre las callejas hasta que logró perderle la pista.
Se fue corriendo a la casa del hombre poderoso, y le pidió: "Buen hombre, por favor, dame un caballo y algo de dinero. Me he encontrado a la muerte en el mercado y me temo que me persigue. Yo me iré unos días a Kabul y luego regresaré."
El hombre poderoso, percibiendo el miedo de su sirviente, le dió lo que le pedía, un caballo y dinero. "Buena suerte", le deseó, viéndole marchar.
Esa tarde, el hombre poderoso tuvo que ir él mismo al mercado a hacer la compra. Allí se encontró con la Muerte, quien le miró fijamente. Antes de que el hombre poderoso saliera corriendo, le dijo: "Tranquilo, no vengo a buscarte a ti. Vengo a buscar a tu sirviente."
"Lo sé", respondió el hombre poderoso. "Me ha contado que le miraste fijamente y que le asustaste."
A lo que la Muerte le respondió: "No deseaba asustarle. Es que yo misma le miraba con extrañeza. Me sorprendió verlo por aquí, ya que esta noche tengo una cita con él en Kabul..."
Por mucho que queramos huir de aquello para lo que estamos predestinados, esto, siempre nos alcanzará…
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