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martes, 29 de enero de 2013

EL DILEMA...

"Una vez un grupo de tres hombres se perdieron en la montaña y había solamente una fruta para alimentarlos a los tres, quienes casi desfallecían de hambre. Se les apareció entonces Dios y les dijo que probaría su sabiduría y que dependiendo de lo que mostraran les salvaría.
 
Les preguntó entonces Dios qué podían pedirle para arreglar aquel problema y que todos se alimentaran. 
El primero dijo: "haz que aparezca más comida", Dios contestó que era una respuesta sin sabiduría, pues no se debe pedir a Dios que aparezca mágicamente la solución a los problemas sino trabajar con lo que se tiene. 
Dijo el segundo entonces: "Entonces haz que la fruta crezca para que sea suficiente", a lo que Dios contestó que no, pues la solución no es pedir siempre multiplicación de lo que se tiene para arreglar el problema, pues el ser humano nunca queda satisfecho y por ende nunca sería suficiente. 
El tercero dijo entonces: "Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que la fruta nos alcance". Dios dijo: "Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad". "

En la vida estamos acostumbrados a la comodidad, a que otros arreglen nuestros problemas o a buscar la salida más fácil, siempre pidiendo a Dios que arregle todo sin nosotros cambiar o sacrificar nada a cambio. Por eso muchas veces parece que Dios no nos escucha pues pedimos sin dejar nada de lado y queriendo siempre salir ganando. Muchas veces somos egoístas y siempre queremos de todo para nosotros. 
Seremos felices el día que aprendamos que la forma de pedir a Dios es reconocernos débiles, y ser humildes dejando de lado nuestro orgullo. Y veremos que al empequeñecernos en lujos y ser mansos de corazón veremos la prosperidad y la forma como Él sí escucha. 
Píde  que te haga pequeño...Haz la prueba!!!

2 comentarios:

  1. ¿QUÉ clase de oraciones oye el Creador, Jehová Dios? Una parábola dada por Jesucristo indica una de las condiciones básicas para que Dios conteste las oraciones. Jesús dijo que dos hombres estaban orando en el templo de Jerusalén. Uno era un fariseo muy respetado; el otro, un despreciado recaudador de impuestos. El fariseo oró: “Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, [...] ni siquiera como este recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana, doy el décimo de todas las cosas que adquiero”. Pero el humilde recaudador de impuestos “se golpeaba el pecho, y decía: ‘Oh Dios, sé benévolo para conmigo, que soy pecador’”. (Lucas 18:9-13.)
    Este fue el comentario de Jesús sobre las dos oraciones: “Les digo: Este hombre [el recaudador de impuestos] bajó a su casa probado más justo que aquél [el fariseo]; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado”. (Lucas 18:14.) Está claro que Jesús mostró que no basta con simplemente orar a nuestro Padre celestial. También es importante cómo oramos: nuestra actitud mental.

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