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miércoles, 8 de mayo de 2013

LA SEÑAL

Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz que le iluminara el camino que debía seguir. 

Todas las noches, al acostarse, le pedía a Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de su vida. 

Así anduvo por la vida durante dos o tres semanas en un estado semi-místico buscando recibir una señal divina. 

Un día, paseando por el bosque, vio a un cervatillo caído, tumbado, herido, que tenía una pierna medio rota. Se quedó mirándolo y de repente vio aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado, estaba a punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al cervatillo de un solo bocado. 

Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso también de que el puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él. Sorpresivamente, vio al puma acercarse al cervatillo y entonces ocurrió algo inesperado: en lugar de comérselo, el puma comenzó a lamerle las heridas. 

Después se fue y volvió con unas pocas ramas humedecidas y se las acercó al cervatillo con la pata para que éste pudiera beber agua, se fue y volvió con un poco de hierba húmeda para que el cervatillo pudiera comer… Increíble! 

Al día siguiente, cuando el hombre volvió al lugar, vio que el cervatillo aún estaba allí y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las heridas y darle de beber. 

El hombre se dijo: “ésta es la señal que yo estaba buscando, es muy clara: Dios se ocupa de proveerte de lo que necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y desesperado corriendo detrás de las cosas”. 
Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí esperando que alguien le trajera de comer y de beber. 

Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos, tres días… pero nadie le daba nada. 

Los que pasaban lo miraban y él ponía cara de pobrecito mirando al cervatillo herido, pero no funcionaba… 

Un día, pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre hombre que estaba muy angustiado, le dijo: 

- Dios me venga, me mandó una señal equivocada para hacerme creer que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo esto? Yo soy un hombre creyente… 

Y le contó lo que había visto en el bosque. 

El sabio lo escuchó y le dijo: - Quiero que sepas algo. Yo también soy un hombre creyente. Dios no manda señales en vano, te mandó esa señal para que aprendieras…- 

El hombre le preguntó: - ¿Por qué me abandonó?-. 








Y tú, ¿cómo te comportas como el cervatillo o como el puma?

3 comentarios:

  1. Muy bonito y cierto, tenemos todo, cabeza, piernas, brazos, ojos y nos quejamos de todo cuando podemos hacer mucho más para aquellas personas que no tienen nada para defenderse en la vita, o están privados físicamente.
    Gracias, un saludo

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  2. Que lección de vida. Gracias por compartirlo. Saludos.

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  3. Muy cierto, hay que elegir nuestro adecuado camino...Un saludo.

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