Es importante que la tarea empiece en casa, esto no quiere decir que tengamos que enseñarles a leer y escribir antes de que empiecen en la escuela, no, sino familiarizarlos con el mundo de los cuentos, de la lectura, favorecerá su futuro aprendizaje.
Aunque el sentarse y leerles un cuento a nuestros hijos sin interrupciones es la forma más habitual, no es la estrategia más efectiva para que se conviertan en buenos lectores y desarrollen la alfabetización temprana. Es más eficaz la lectura dialógica, ésta involucra un cambio en los roles del adulto y del niño al leer el libro. En este método, el adulto incentiva al niño a convertirse en el que relata la historia, asumiendo una postura de escucha activa, en lugar de simplemente de lector. El adulto agrega información, hace preguntas y estimula al niño a dar explicaciones y descripciones más sofisticadas. Por un lado, se fomenta que los niños tengan aproximaciones y experiencias de lectura desde antes de su entrada a la educación formal (y fuera de ella, una vez iniciada), por otro lado, se trata de que los adultos que rodean a los niños (padres, madres o cuidadores) se involucren en la actividad, mediándola, de manera que ésta los haga acceder, de la manera más completa posible, a las distintas dimensiones de la lectura.
Esta forma de leer cuentos/libros a los niños, tiene un efecto positivo en todo lo referente a la alfabetización, pero sirve también, para muchas otras cosas: desarrollo de las habilidades representacionales, competencia para resolver problemas y su participación durante futuras interacciones comunicativas.
Los primeros 5 años de vida son particularmente claves para el desarrollo de nuestras habilidades de lectura. Y con alfabetización, no sólo hablamos de “leer” también de escribir, mirar, escuchar y hablar, desarrollarse a través de la comunicación verbal y no verbal que establecemos con los niños desde que nacen, a través de las miradas, los gestos, las expresiones faciales, los llantos, el habla en nuestras casas y nuestras comunidades.
El apoyo que se le da a los niños de 0 a 7 años leyéndoles, a parte de oportunidades para aprender la alfabetización, también les ayuda a desarrollar su lenguaje oral receptivo (escuchar) y expresivo (hablar), tanto con adultos como con otros niños, aprender a reconocer el mundo impreso que los rodea: libros, revistas, diarios, carteles, avisos, etc., conocen la mecánica de lo impreso, oportunidades para jugar con las letras y los sonidos que les corresponden, aprenden más vocabulario…
El hecho de mantener un diálogo durante y/o después de la lectura con el niño, hace que la lectura sea transmitida como un acto significativo, que las palabras significan o imparten significado y les mostramos cómo funcionan los símbolos en general. Así como también beneficia la adquisición del lenguaje.
Los libros cumplen un rol dual: por un lado, funcionan como espejos, ayudando a reflejar, reconocer e identificar los propios sentimientos, emociones e ideas. Por otro lado, cumplen la función de ventanas, al permitir acceder y mostrar nuevas perspectivas o nuevas realidades.
Es importante poder leerles todos los días, como un hábito incorporado a nuestra rutina, intentar, si los padres no poseen de grandes habilidades lectoras, transformar la lectura en una conversación, donde las preguntas les ayuden a comprender y dar sentido a la historia, orientando nuestra conversación a realizar inferencias y predicciones, hipotetizar, resumir y explicar. Al mismo tiempo, las asociaciones que hagan con el texto leído nos indicaran sobre el mundo en el que viven nuestros hijos: las experiencias, los conflictos, aprendizajes y descubrimientos que van haciendo día a día, etc.
El tipo de libro o género del libro que leemos, influye en la cantidad y contenido de las conversaciones que establecemos con los niños. Las obras literarias son las que suelen provocar conversaciones más complejas y ricas con nuestros niños. Los libros ilustrados también son muy adecuados, narran una ficción literaria, siguiendo una estructura común: presentación de un problema, intentos de resolverlo y una solución final. Es interesante fijarse si las imágenes simplemente reflejan lo que dice el texto, si agregan información, o si lo contradicen, ya que cada una de estas situaciones puede dar origen a conversaciones diferentes, los cuentos de hadas, resuenan con preocupaciones infantiles universales, tales como el abandono, el abuso, o el momento en que se alcanza la madurez brindando diferentes posibilidades de resolución, lo que les ayuda a comprender y resolver sus conflictos psicológicos. Conectan a los niños con un mundo de fantasía, que puede ser muy efectiva para motivarlos a seguir leyendo.
Los libros de no ficción o informativos, tienen propósitos didácticos, tales como aumentar el interés por investigar cómo funciona el mundo, ayudan a distinguir a los lectores entre los hechos, las teorías y las opiniones, permiten adquirir información específica sobre un tema y familiarizarse con la manera en que se transmite la información impresa, suelen ser más ricos en vocabulario, etc. No hay que olvidar leer otros textos informativos, fuera de los libros, como avisos, signos y señales en la calle, catálogos de juguetes, lo que dicen algunos envases de alimentos… ayudan a los niños a informarse y comprender gradualmente cómo funciona el mundo y qué lugar tiene en él lo impreso.
Los primeros 7 años de vida se caracterizan por un continuo desarrollo, cambios y transformaciones físicas, cognitivas y sociales. Por este motivo, cada período de edad requiere una forma de leer determinada…
- Lectura de los niños de los 0 a los 2 años: desde antes de nacer, ya son capaces de escuchar y manifiestan desde que nacen preferencias por las voces humanas, logrando rápidamente reconocer las voces de las personas que las cuidan. Al hablarles y escucharles, les ayudamos a aprender cómo funciona el mundo y acumular visiones compartidas sobre él a través del lenguaje. A esta edad la comunicación no verbal es muy importante, los bebés se comunican con todo su cuerpo y hacen ruidos con intención comunicativa mucho antes de que aprendan a ocupar las palabras, expresando sentimientos y emociones. Debemos tomar en serio estas expresiones, tratando de interpretar lo que nos quieren decir. Se conectan a través de su mirada (o desconectarse y mirar para otro lado si están cansadas o aburridas). Es importante que entiendan aquello que queremos comunicarle más allá del lenguaje verbal, por ello el exagerar las expresiones faciales “ponerles cara”, hacer gestos, ruidos… les facilitamos la tarea.
- Lectura de los niños de los 3 a los 4 años: alrededor de los 28 meses de edad, los niños y niñas hablan tanto como sus padres, madres y/o cuidadores les han hablado. La mayoría, con estimulación adecuada, son capaces de adquirir una cantidad importante de nuevas palabras y frases día a día, de reconocer letras y números, junto con algunas palabras comunes (como sus nombres)… Por ellos es necesario ofrecerles muchas oportunidades para desarrollar su lenguaje. Tanto el receptivo (lo que comprenden), como el productivo (lo que dicen). Mientras más escuchan, más aprenden. No se trata de cualquier tipo de habla. Si reciben principalmente órdenes, retos o críticas, el efecto será el opuesto, desmotivándolos a ingresar al mundo del lenguaje. La calidad es más importante que la cantidad. Si el niño, está inmerso en un contexto donde se conjugan calidad y cantidad de lenguaje, puede haber una explosión de su capacidad lingüística y de la conciencia fonológica, es decir, la noción de que los sonidos nos permiten hacer palabras y que podemos unirlos, separarlos, repetirlos para hacer nuevas palabras, etc. Asociar las experiencias de alfabetización con juego y entretenimiento, motiva a emprender nuevas experiencias de alfabetización.
- Lectura de los niños de los 5 a los 7 años: En esta edad los pares adquieren una importancia primordial en la vida de los niños. Esta necesidad de interactuar con otros niños, además de los adultos, abre nuevas posibilidades de expandir la comunicación, el lenguaje y la adquisición de normas de convivencia. Es importante notar que en esta etapa los niños y niñas ya pueden hablar con bastante soltura y por mucho rato. Entre otros aspectos, saben una buena cantidad de vocabulario (sobre todo sobre los temas que les interesan), conocen y usan ciertas formas convencionales de interacción (por ej.: .Hola, ¿cómo estás? / Bien, ¿y tú?, etc.., también muchas veces mantienen un diálogo preguntando .¿por qué?. incansablemente), han aprendido a unir con y diferentes oraciones (por lo cual pueden contar pequeñas historias). En esta etapa es importante que la alfabetización se conecte con las raíces del aprendizaje: el juego imaginativo, el hablar y la experiencia directa. A pesar de que ya han entrado en la educación formal, nuestra tarea debe continuar, tanto para apoyar y complementar el aprendizaje escolar, como para compartir y conversar en torno a la lectura.
Hay que tener presente que la alfabetización empieza desde el momento que los niños nacen, que nunca es demasiado temprano para empezar a fomentar la lectura, salir a pasear por el vecindario y fijarse en los anuncios y carteles, puede ser tan estimulante para los niños como leer libros, se puede implementar la lectura de forma simultánea con dos o más niños de diferentes edades, el sentarnos a leer un libro en el patio con un grupo pequeño de niños puede ser uno de nuestras actividades cotidianas, acostumbrar a a los niños a escribir tarjetas de cumpleaños, cartas etc, es interesante para que experimente que saber escribir afecta el mundo que los rodea, dejar los libros al alcance de los niños los ayudará a que lean por su cuenta.
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